22 Ene Metodología BIM. Más tiempo para pensar, menos para ejecutar.
La metodología BIM (acrónimo de Building Information Modelling) promete reducir la cantidad de errores proyectuales por posibles interferencias constructivas. Esto ocurre, según Jaime Méndez Quintero, director de proyectos de 3G Office, porque se intercambia información de diseño y cálculo entre distintos programas.
Para los arquitectos consultados, la verdadera utilidad de BIM, radica en la exportación de datos que adopten sus protocolos (geométricos, estructurales, temporales, de costes, etc.).
Leyre Victoria Octavio de Toledo, directora de arquitectura en Aguirre Newman, indica que esto facilita “que el equipo de ejecución sea capaz de anticipar soluciones técnicas en fases previas”.
Plantear, desde el inicio del proyecto, los mecanismos de exportación a la realidad, resulta complejo. José Hernando, arquitecto en ARUP, afirma que “las soluciones mágicas propuestas por la industria de software, luego no lo son en absoluto”.
Lo corroboran muchos compañeros, como José Troya, CEO en 24studio, que explica que, cuando se trabaja en BIM, “no se dibujan líneas, sino que se construyen muros, así que el proceso inicial de dibujo resulta más tedioso y lento, pero se consigue un gran rendimiento en las fases de ejecución y obra”. Javier Casado Ortiz, Office BIM manager de AECOM, confirma que BIM “resuelve situaciones singulares de los proyectos que antes se ignoraban hasta la fase de construcción”.
¿Entonces BIM no optimiza los tiempos en la fase proyectual? Parece ser que la planificación previa, la programación del software y la implantación de un auténtico pensamiento BIM en la empresa, ralentizan el desarrollo de los primeros proyectos o de las primeras fases del mismo, pero ello se compensa a posteriori con menos interferencias y mejores soluciones constructivas.
En esto coinciden casi todos los entrevistados, como Salvador Fernández Fenollera, director de arquitectura en TYPSA, que cree que se incrementa el tiempo dedicado a planificar el trabajo antes de empezar a dibujar, aunque, “la duración final de la producción documental se reduce”. Coincide la opinión de Antonio Sánchez Aguilar, arquitecto diseñador BIM en Godwin Auster Johnson-Dubai-UAE, que además considera que “el modelo tradicional de trabajo (para una gestión productiva, y fuera de esta metodología) está agotado totalmente”.
Proyectos con BIM ¿grandes, complejos?
En cuanto al uso eficaz en proyectos BIM, existen opiniones encontradas.
Enrique Alario, arquitecto técnico muy activo en redes sociales, recomienda el uso de software BIM en cualquier tipo de proyecto, ya que es “como si hace años, nos planteásemos si es recomendable utilizar AutoCAD en determinados casos”.
Sin embargo, Samuel Rubio, arquitecto en BIG (Bjarke Ingels Group) no sostiene su necesidad en “pequeños proyectos, fácilmente modificables”. Él emplea BIM “desde siempre”, sobre todo por su requerimiento potencial por parte de grandes estudios.
Otros arquitectos descartan su empleo cuando el proyectista o la empresa no conocen en profundidad la metodología, más que por la magnitud del proyecto.
Luis J. Aguilar Benavides, piensa que aprender el manejo de programas BIM, no implica un uso adecuado a posteriori, y que resulta difícil explotar todo su potencial. Fernández Fenollera considera que los proyectos de pequeño tamaño pueden ser BIM, “con clientes privados, que entiendan la arquitectura, y que quieran construir una vivienda de mucha calidad con participación en el proceso.” Pero es rotundo al afirmar que no lo usaría en “un primer rascacielos de un país en vías de desarrollo, con contratistas locales y una baja del 45%, en fast track, empezando en dos semanas”. En esto coincide Pablo Gilabert Boronat, gestor de proyectos I+D en Cype, que no recomienda el empleo de BIM en grandes diseños si se emplea por primera vez.
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